lunes, 26 de septiembre de 2022

 SE HA ACTUALIZADO EL BLOG

Hemos procedido a actualizar las páginas de este blog cuyo contenido estaba ya obsoleto. Desde ahora podéis consultar con datos a día de hoy :

Biografía

Libros publicados

Compra de Libros

En esta última página tenéis el boletín de pedido, si queréis hacer uso de él, así como indicaciones de compra en librerías, en forma sencilla y operativa.

Próximamente se incluirán nuevas mejoras. Por otra parte, en la sección INICIO y en la de EN POCAS LÍNEAS irán apareciendo escritos y post originales del autor.

En la sección de INICIO se puede leer el "Diario del confinamiento" (escrito, jornada a jornada, durante los primeros 38 días de la pandemia en 2020) y que se publicaba diariamente en facebook.

sábado, 6 de noviembre de 2021


 PRESENTACIÓN DE LOS DOS NUEVOS LIBROS

Ayer, cinco de noviembre, se presentaron en la Sala de Cultura del Sporting Club Casino de La Coruña, dos libros. La presentación corrió a cargo de Javier Sanz Larruga, Catedrático de la Universidad de A Coruña. Fueron EN LA BAJAMAR y  DIOS NO ESTÁ DEBAJO DE LAS PIEDRAS. El primero de ellos es una colección de once relatos cortos y ocho microrrelatos.  De temática variada, se dividen los relatos en tres partes:

Los casos del detective Bonachera


De mi vida misma y mis recuerdos

Fantasías e historias de ficción

En el libro DIOS NO ESTÁ DEBAJO DE LAS PIEDRAS el autor afronta los grandes temas de la existencia humana a través de conversaciones entre cuatro buenos amigos. Estos se producen en paseos junto al mar. Los escenarios se sitúan en excelentes rincones de la costa gallega. En ellos cada uno de los cuatro amigos va aportando sus puntos de vista y su manera de vivir ante los temas que se debaten. la existencia de Dios, el ateísmo y el agnosticismo, el origen del Universo, de dónde venimos y a dónde vamos, el evolucionismo, el sentido del dolor y el sufrimiento en nuestras vidas, la libertad humana, el ecologismo y otros más se afrontan desde una perspectiva de conversación.  Y se pone ante el lector la amistad como valor vivido a tope por los cuatro protagonistas de esos paseos marineros. La amistad que los une por encima de todas las divergencias entre ellos, sus distintos modos de vivir y sus objetivos.









domingo, 10 de octubre de 2021

 PUBLICADOS DOS NUEVOS LIBROS

Acabamos de publicar, setiembre 2021, los dos libros siguientes:

"EN LA BAJAMAR"  (Colección de relatos cortos, Manuel Díaz Aledo

"DIOS NO ESTÁ DEBAJO DE LAS PIEDRAS! (Manuel Díaz Aledo)

Ya de venta en la Librería Avir TROA y restantes  librerías de la cadena TROA en diversas ciudades españolas. También en la Librería Formatos de La Coruña. También se admiten pedidos contrareembolso a través del boletín de pedido.


domingo, 19 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS

DÍA 38º

Hoy acompaña a este diario, excepcionalmente, una fotografía. Me la ha recordado Facebook y al verla y leer el texto que puse hace dos años, no me resistí a la tentación de colgarla. Por aquello del contraste. Sí, hubo un tiempo, que ahora nos queda en la memoria y en el recuerdo, en que la vida fue de otro modo. Basta con leer aquel post que habla por sí solo. Así que ahora mi sueño es volver a vivir aquello. Las noticias que llegan empiezan –al menos en Galicia- a ser más halagüeñas. Y se piensa ya en poner en marcha pronto la hoja de ruta y el calendario de la vuelta a la normalización. Eso sí, con matices grandes. Siempre será una salida con todas las protecciones y precauciones a cumplir (mascarillas, guantes, distancia entre personas, etc) y por fases, según circunstancias personales, edad y nivel de riesgo por patologías. Y con vuelta atrás si hay rebrote de la epidemia. Los niños parece que la próxima semana van a poder salir un rato. Esto es no ya necesario, es ineludible. Por mis nietos se el nivel de crispación que muchos de ellos tienen, aparte de aparecer los primeros síntomas en la conducta de algunos. No cabe duda que necesitan salir a la calle y hacerse unos buenos largos a la carrera. Ahora bien, los mayores también lo necesitamos. La mayoría de nosotros andamos bastante y a diario. Es parte de nuestra salud. Y en este encierro tenemos todas las limitaciones posibles. Y esto me lleva a otra cuestión.

Hoy hablé con un amigo por el móvil y me sorprendí de que yo no era un tipo tan raro como creía. Ya ayer, empecé a pensarlo así al ver en un video de una calle de Madrid, en el que dos personas de mi quinta, más o menos, corrían por su terraza al aire libre. Ida y vuelta, ida y vuelta. Pero resulta que mi plan mañanero es idéntico al de mi amigo, sin haberlo comentado nunca. Veamos. Me levanto y empiezo mi tanda de gimnasia. Su origen está, hace muchos años, en dos libros sobre ejercicio físico que “le birlé” a mi tío en Alicante. Y es parecido al actual pilates. Después carrera por mi circuito de 17 metros. Ida y vuelta 34 metros. Hasta un kilómetro o algo más. Luego ducha y desayuno. Este no lo explico, pero no me quedo corto. Luego aspiradora, lavavajillas, cama y otras tareas hogareñas. Hamaca y sol en la terraza, si lo hay. Caminata por el circuito. Escribir. Misa de una y cuarto internet desde Torreciudad. Y comida. Pues mi amigo me contó que tal cual, con la única salvedad del desayuno al principio y que él no escribe. O sea que si dos hacemos esto, otros muchos harán lo mismo. Luego no soy tan raro. Luego tampoco tan ocurrente. Pues vale.

Me estoy pensando algo que si es novedoso, con respecto a la serie de relatos cortos que he venido escribiendo en los últimos meses. La idea inicial era su publicación en papel este verano. Y por las fechas en que estamos, debía de ir ya ese libro a la imprenta. Pero el coronavirus ha cambiado todo. Las imprentas apenas trabajan y las editoriales están desaparecidas. MI plan previsto está muerto. Así que he pensado en publicarlo a través de Facebook, uno a uno, en determinados días de la semana. Por ejemplo, martes y viernes. En Facebook colgaría el inicio de cada relato y un enlace a mi blog permitiría leerlo completo. Por supuesto con acceso libre y muy sencillo para quien quiera leerlos en este tiempo de forzoso encierro. Son, como digo, diversos relatos cortos, la mayoría sacados de la vida misma. Me lo voy a terminar de pensar. Si va adelante, ya os avisaré. Un saludo y nos quedamos citados a lo largo de la tarde o noche. Comentamos y charlamos si os parece ¿Vale? Hasta luego

sábado, 18 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS-

DÍA 37º

Y ahora miles de mascarillas que no sirven por defectuosas. No se si reír o llorar. Esta tragicomedia no tiene fin. Parece que las mascarillas entregadas por el gobierno a las CCAA y en fase de distribución no sirven. Otro nuevo fiasco. ¡Mon Dieu! ¿Pero es que no hay nadie ahí arriba, en las estructuras gubernamentales, que tenga un mínimo de sentido común? ¿Es que no saben que hay algo llamado control de calidad? Cuando se recibe mercancía, la que sea y más si es sensible como esta, hay que verificar que lo que llega está en buen estado y sirve para su función. Y además, lo que es peor, comprobar ¡que no te han dado gato por liebre! Lo hemos hecho todos en nuestras empresas. Es elemental. Ni las prisas justifican esta nueva desfeita. Sin duda habrá quien diga que todos podemos cometer un error. Ya... pero es que van un montón de fallos. Y hay vidas pendientes de un hilo detrás. ¿Que no juegue con los muertos? Ya, vale. No pasa nada. No hablemos de ellos, solo de cifras y curvas, que ahora son mesetas. No de seres humanos. Vale. Sabes una cosa, tu que opinas eso. van a llover las demandas judiciales como la tormenta de granizo que está cayendo mientras escribo esto.
Sigo caminando incesantemente por el circuito de mi casa. El que dibujé para andar en este tiempo. Lo malo es que empieza a asomar un surco que ni que lo estuviese arando. Con el encierro surgen sus curiosidades caseras. No uso el reloj. Ni me lo pongo. ¿Para qué? El tiempo lo mido a ojo y me basta. Además, en la pared de la cocina hay uno grande y algún otro por ahí. Me sirve ya que paso tantas veces. Otra es que no recuerdo que hayamos hecho nunca tantos dulces caseros. Ayer nos hicimos un hermoso y gran bizcocho. A estas horas ya ha caído casi todo. Y la báscula no lo ha detectado. Sin duda el ejercicio físico y el orden de vida tiene algo que ver.

Veo en Facebook una fotografía de "O Cabazo", el hotel restaurante ribadense de mis buenos amigos Juan y Carmen. Me da pena verlo cerrado en espera del final del confinamiento. Y lo mismo pienso ahora de lugares a los que suelo ir siempre que me dejo caer por la villa para matar mis nostalgias. Lugares, que como Fumarel o el Linares a los que acudo con amigos o me encuentro con otros, forman parte ya de mis vivencias. Y vuelvo mi mente, igualmente, a mi calle coruñesa y pienso en si me volveré a encontrar abiertas, cuando esto acabe, Ricardo, el Olivo, Olimpia, Bocatin, Taboo… Esperemos que sí. Y al atardecer busco a la reina de la noche, la luna, y me whatsapeo con ella. Y le pregunto si ya ve, desde allá arriba, el camino que tengo hacia adelante. Y me dice que si. Y la creo, confío en su sinceridad. Allá adelante, tras esa loma, se ve el valle. Lo veo, me dice, hermoso como siempre. Y ya está libre de todo estorbo. Sigue caminando, no desesperes, amado mío. Sigue que vais llegando. Y las estrellas asienten, con su frente, con su eterna sonrisa nacarada. Y me lo creo...Nos toca resistir, amigos. No descuidéis, con la rutina, las normas de protección sanitarias. es fundamental. Ánimo y un saludo para cada uno y cada una.
DIARIO DE ESTOS DÍAS-

DÍA 36º

Me vengo imaginando la etapa tan dura que estamos pasando como un largo, muy largo, túnel Como el Guadarrama, por ejemplo. Que además no permite ver la luz de su salida hasta el final. Y más aún en los años en que lo atravesaba con el seiscientos. O sea a paso de burra y tardando una eternidad. Pues así andamos. Metidos de lleno después de 36 días de encierro, en la oscuridad total, sin poder atisbar ya el final, allá adelante. Así andamos. En medio de cifras y cifras discordantes y a veces contradictorias. Y entre una maratón de bulos y fake news. Esto último es ya insufrible. Por un lado, se están bombardeando masivamente las redes sociales –twitter sobre todo- con noticias falsas, bulos y mentiras tremendas con la intención de crear determinados estados de opinión y de ánimo en los ciudadanos. Pero también de atacar por tierra, mar y aire a sus oponentes políticos. Y aunque el gobierno se hace la víctima de esto, no es así ni mucho menos. Y nosotros en medio de todo el fuego cruzado, aguantando el chaparrón de la más absoluta desinformación. Otra cuestión curiosa es que ante la idea de “que esta crisis de la epidemia la sacamos adelante todos unidos” y que, aparte del confinamiento, lleva a salir a aplaudir a los balcones todos los días, para agradecer a los sanitarios, policía, militares, empleados de supermercados y otros su labor, hay quienes se quieren poner medallas que no son suyas. O sea atribuirse el mérito de esa unión y considerar los aplausos como si fuesen de loco contento y hacia ellos. Y miro hacia algunos ministros.

Pero dejemos estas nimiedades que solo conducen al enfado y la congoja. Acabo de hablar por Skype con mis nietas, las que están en una casita en el campo en Guitiriz. Su abuela ha puesto un gallinero, ha comprado gallinas y ha abierto para labranza un trozo de lo que era prado. Me decían que han sembrado tomates, pimientos, judías, lechugas, pepinos, cebollín y varias cosas más. Y lo he visto claro. Una parte del futuro inmediato para mucha gente va a ser el regreso al campo. Reabrir las casas abandonadas de sus abuelos y padres y labrar las tierras. Ante futuras pandemias similares a la actual, sus posibilidades de defensa y supervivencia aumentan mucho. A mí me pilla tarde que si no… Pero bueno, al menos tendré que modificar el patio y jardín de la casa de Ribadeo para hacerlo más confortable y habitable. Por si acaso. Esto del piso estaba muy bien, pero ahora hemos podido comprobar las carencias. La verdad es que ahora envidio a los que tenéis jardines o huertas en vuestro confinamiento.

Hoy me levanté con el pensamiento enganchado en Figueras. ¡Fíjate tu! Y a la mente, que a veces anda salida de madre, me vinieron, en cascada, varias aventuras. Y al pasar mentalmente por Barres un flash me presentó aquellas excursiones – carreras de bicis con mis amigos. La vuelta a la ría. A golpe de pedales y a lo bestia. Y de ahí me fui a parar a lo que pudo ser mi mayor accidente sobre una bici. Aquella tarde iba solo por una carretera que discurre a las faldas del monte de Santa Cruz, para salir a Villaframil y La Devesa. En un tramo de bajada largo que terminaba en un giro de 90 grados, con mucha grava en las cunetas y en la carretera aquella, se me salieron los pies de los pedales. No podía colocarlos de nuevo. Aquel trasto bajaba alocado y sin control. En la curva había un banco y en él estaban sentados mis vecinos, Suso de Mon y su mujer. Horrorizados vieron cómo iba directo hacia ellos. Supongo que Suso me gritaría “para ,Manolin, para” –así me llamaba- Yo no podía ya frenar aquella bici. Al llegar a su altura, con un movimiento del manillar logré esquivarlos y, a la vez, evitar caer por un largo terraplén. Fue un derrape espectacular que levantó polvo y grava por todas partes. Un susto mayúsculo. Y sin inmutarme, en apariencia, proseguí mi camino. Tardó en pasarles el susto. ¡Y a mi! Como veis mi cabeza no para. Pequeñas historias de la vida en letra pequeña. ¿Os pesan ya los días? Tranquilos, lo peor puede que ya lo hayamos pasado. Ahora es la espera en la que hay que generar más paciencia y buscar hacer cosas que nos llenen el tiempo. Y si son útiles, mejor. No nos quedaremos llorando por las esquinas. Lucharemos y sobreviviremos. O sea, resistiremos. Hoy un abrazo virtual a todos y a todas.
DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DIA 35º

Hoy es un día triste para La Coruña. Uno más. Ha fallecido el primer farmacéutico a causa del coronavirus. Se veía venir. Ha habido otros muchos muertos en otras profesiones, por supuesto y lo siento cada día. Y rezo por ellos. Y hay otros enfermos en esa profesión. Tengo una farmacéutica en mi familia. Por eso lo siento aun más. Pero hay culpables. Y son quienes, en el ámbito político, no han sido capaces en un mes de conseguir mascarillas y material de protección individual para todos los sanitarios y farmacéuticos en España. Que además centralizaron en sus manos toda la gestión sanitaria desde el primer estado de alarma. Quiero aprovechar la ocasión, para salir al paso de un rumor. El hecho de que las mascarillas tengan un alto precio, allí donde las haya, no se debe a afán de lucro de las farmacias, si no al precio al que el proveedor o distribuidor las cobran desde que empezó la crisis. Hay farmacias que las venden sin margen comercial alguno. A precio de coste. Al César lo que es del César.

Disculpadme esta entradilla, pero me sale del alma. Estamos viendo y viviendo muchas cosas que alcanzan el nivel de escandalosas e increíbles. Están saliendo normas y filtraciones de avance de otras que van a cambiar por completo la faz de este país, coincidentes con el enorme empobrecimiento colectivo que vamos a sufrir. Al tiempo...

Lo anterior no me lo apuntéis como pesimismo o derrotismo. Y mucho menos catastrofismo. Es la realidad pura y dura que nos circunda. Vayamos a otros temas. Mis tareas diarias se han anquilosado. Me repito día tras día. A veces alargo el ejercicio físico. Otras me estiro en el cine nocturno, aunque ando ahora por grandes films de décadas pasadas e incluso lejanas. Algunas noches me da por un rato de música. Pero leo menos que antes. Me sucede algo raro. ¿A vosotros también? La realidad que estamos viviendo es tan dura, tan inesperada, tan increíble que no hay ficción ni ciencia ficción que la supere. Se queda todo pequeño, simple. Y no me atrae. Casi es juego de niños comparado con la que ha organizado el Covid19. Nadie llegó tan lejos como este ataque mundial, arrastrando la caída de toda una civilización. Es que se está cargando el mundo tal como lo conocimos hasta primeros de marzo. Por eso, estos días no puedo centrarme mucho en la lectura. Y además me machacó una novela que tenía a medio escribir. En ella también se paraba el mundo, sin enfermedad alguna, pero por otras razones. El derrumbe de internet tenía la culpa. Pero ahora ese argumento está muerto. Casi infantil ante esta pandemia. 

Sin querer, sigo un tanto negativo hoy. Pero lo que si es positivo es mi ánimo, mi espíritu de lucha, de superación día a día, hora a hora. Tenemos que ser fuertes para enfrentarnos al futuro ya inminente. Y hacerlo con espíritu alegre...¡qué caramba! Así nada nos podrá tumbar. Que no decaiga el ánimo aunque nos lo pongan difícil. El ser humano, si se lo propone, puede con todo. Por eso grito a los cuatro vientos... ¡¡¡RESISTIRÉ!!! ¡¡¡RESISTIREMOS!!! Tu...y tu...y tu... todos nosotros, lo veremos así. Un saludo.

miércoles, 15 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DIA 34º

Esta mañana me he encontrado, de pronto, ante un espejo haciendo toda clase de reverencias. Es decir, ensayando diversas formas del saludo que parece va a ser el de nuevo cuño en nuestra vida social. Cuando esta se reanude. Y os diré que es complicado. Entre una simple inclinación de cabeza y una flexión corporal de casi 90 grados, cabe de todo. Un mundo. Los japoneses dominan desde hace siglos este asunto. Pero a nosotros nos va a costar. Al tiempo. Os podéis ir preparando. Me vi ridículo en todas las posibles fórmulas. Así que me apunto definitivamente, para saludar a hombres y mujeres, al estilo que tan bien dominaba John Wayne. Elevar dos dedos de la mano derecha hasta el ala del sombrero y lanzarlos suavemente hacia delante. Y como no llevaré sombrero, lo haré como si este luciese sobre mi cabeza. No hay color. Perfecto. Yo lo resolveré así. Allá vosotros. Esto del saludo interpersonal ha dado muchas vueltas. Pero el coronavirus las ha enterrado a todas. Cuando era jovencillo, aquellos hombres más elegantes o de una cierta educación, saludaban a las mujeres tomando su mano, inclinándose ante ellas, iniciando un beso en su mano sin llegar a completarlo. Tenía su dificultad al parecer para que quedase bien. Yo no llegué ya a eso. Mi generación fue rupturista en todo. Y, aunque continuamos con el apretón de mano para saludar, añadimos al principio aquello de “encantado”. Esto me lleva a dos experiencias vividas en mi incipiente juventud. En una ocasión me presentaron a una chica francesa. Era mi primera experiencia de trato internacional. Me cogió de sorpresa y le largué (no reírse, please) un “je suis enchanté de faire votre connaissance”. Lo había leído en una novela. Qué sabía yo de las costumbres francesas. La chica quedó impactada. Me sonrió, no se si burlescamente o agradecida por mi galantería. Sabe Dios. Me percaté al instante de que aquella exhibición de la lengua gala fue ridícula. Y adopté para esas ocasiones el “enchanté”. En otra ocasión por esos 17 o 18 años una prima mía me presentó a una amiga (se estilaba eso de presentarte como medio para estar ya autorizado a entablar una conversación con las féminas). Le espeté un “encantado, tanto gusto en conocerte”. Aclaro que la moza era mayor que yo. Mi prima explotó en una risa que me advirtió. Fue mi bautizo. Puesto que era yo hijo de la época de Los Beatles y toda esa tropa, adopté un definitivo “Hola”. Y así siguió la historia con el apretón de manos que ha sido lo mejor, sin duda, hasta que el maldito Covid 19 metió sus narices en esto. Ya antes había surgido la moda de saludar con dos besos a las mujeres. Que al principio algunos lanzados, como un amigo y compañero mío, les hacía presumir con “¡¡le acabo de dar dos besos en la cara a fulanita!!”. Pero la moda pasó enseguida a la ficción. O sea dos besos al aire o al vacío, si queréis verlo así. Esto era un problema en ocasiones. Por ejemplo si ambos llevábamos gafas. El verano pasado, saludé a una amiga, nuestras gafas chocaron con estrépito y ella me dijo “Manolo, mejor lo dejamos”. Y no te digo si tenías algo de barba.

En lo doméstico, ya llevo dos sesiones de media hora de sol terracero. Por el momento sin resultados. Blanco como la nieve. El ordenador me gana cada día con más rapidez al ajedrez. El tipo debe de haber cogido ya mis pensamientos y mi estilo de jugar y me machaca casi antes de sentarme. Así que he cortado las partidas. Me he puesto a hacer un cursillo on line para aprender jugadas ¡ya verá el muy presuntuoso cuando regrese al ruedo! Hoy tuve que arreglar por video WhatsApp un entuerto de un nieto pequeño con sus padres. Le hablé de los indios apaches y nuestros juegos, anteriores a la pandemia, entre flechas, fusiles y cabalgadas por el pasillo de casa. Mano de santo.En fin, que no me aburro precisamente. Os recomiendo eso, que llenéis vuestro tiempo lo mejor posible. Seguimos en contacto por este Facebook. Por cierto están disminuyendo los anuncios. Albricias. Un abrazo a todos.

martes, 14 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DÍA 33º

Hay días en que sin saber por qué la inspiración falla. Y no te viene nada para narrar. O son sandeces. En mi caso, estimulado por una noticia, leída en la prensa de hoy, de que se estudia tener a los mayores varios meses más en las casas, me largué un escrito potente. Mitad queja, mitad ardiente protesta. Y repartí estopa por doquier. Pero luego no me pareció adecuado castigar vuestras mentes con él al leer este diario hoy. Así que lo archivé y ahí queda. Pero ahora... solo me vienen preguntas y una afirmación. Esta última es que desde hoy renuncio a leer la prensa cada mañana, como vengo haciendo desde la noche de los tiempos. Bueno, no leo, simplemente ojeo titulares y me paro en el que me llama la atención. Pero es tal el cúmulo de noticias sobre la epidemia y la enfermedad que es ya inasumible. Son excesivas, contradictorias, desmoralizantes la mayoría, políticamente intencionadas muchas de ellas. Apenas aportan nada positivo, en la mayoría de los casos. Y es, además innecesaria tantísima información. O más bien desinformación. La tele en su vertiente coronavirus ya la abandoné hace tiempo. 

¿Y las preguntas? Son muchas para que las responda quien deba hacerlo. ¿Qué pasa, de una puñet.... vez con las mascarillas? ¿Las hay?¿Dónde?¿De las buenas, de las que sirven o de las de usar y tirar? ¿Por qué siguen muchos sanitarios sin las debidas protecciones? ¿Y por qué no se da todo el material de protección necesario a farmacéuticos y a sus empleados? ¿Por qué no se compran cantidades suficientes a proveedores fiables?¿Por qué se andan buscando intermediarios, a menudo de medio pelaje? ¿Por qué no se está haciendo ya test de control del Covid 19 a la población para conocer quienes están contaminados?¿Por qué se publican decretos correctores o modificativos de otros a la medianoche? ¿Por qué no se ayuda, en estos momentos, de verdad a los autónomos? ¿Se imagina alguien el panorama de establecimientos comerciales y de hostelería que van a aparecer cerrados a cal y canto cuando la situación se normalice? ¿Hemos decidido ocuparnos por completo del problema sanitario actual y dejar de jugar políticamente con él? ¿Por qué no se busca de verdad la unidad nacional en lugar de coquetear con tentaciones mas propias de totalitarismos que de una democracia? ¿Por qué la oposición no acaba de encontrar su sitio ni su voz en esta crisis?¿Por qué no se organizan las entradas al trabajo, de forma escalonada, en las grandes poblaciones para evitar que todos se junten a la misma hora en los mismos medios de transporte colectivos?¿Por qué no se organiza ya una salida breve y ordenada de los niños, bajo el control de los padres, a la calle y paseos, puesto que ya no soportan mucho más el encierro? ¿No bastaría con que se exigiera ese cuidado a los padres bajo apercibimiento de sanciones si incumpliesen las normas? 

Y otras muchas más que están todavía sin respuesta y que se nos ocurren a todos. Ahí lo deje, amigos. Hoy navego con temporal en el Cantábrico, aunque tranquilo y seguro, que para eso tengo el título de patrón. Un saludo a todos.

lunes, 13 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DÍA 32º

Leía hoy en la prensa un estudio de sociólogos -un tanto precipitado dado lo poco que aun sabemos a día de hoy- sobre cómo será el día después. Cómo será la vida social una vez terminada la crisis sanitaria. Todo puras hipótesis. Pero coincidentes en que van a cambiar muchas cosas. Entre otras que vamos a ser más desconfiados con el entorno social, tendremos menos intimidad y las formas de saludo cambiarán. Otras muchas cosas. Pienso de otro modo. Creo que en estos días de encierro está surgiendo más solidaridad entre todos y más unión. Salvo en los políticos que siguen descaradamente a la gresca y a pensar y decir "que bien lo hago". Creo que el cuerpo social, ese que sale a aplaudir a los sanitarios y a los policías, ha entrado en otro tiempo, en considerar las cosas de otra manera. La clave es ¿qué es lo verdaderamente importante? ¿No estaríamos errados en el camino, corriendo tras lo que ahora vemos no valía tanto la pena? Ahora, muchos -quizás la mayoría- pensamos que la familia, nuestra familia, es lo principal. Estar juntos, unidos, querernos, expresarnos ese cariño, ayudarnos. Y nuestros amigos, esos con quienes hemos hablado por teléfono o WhatsApp estos días o hemos conectado por redes sociales. Esos con los que nos hemos alegrado juntos de estar bien en nuestras casas. Esos son importantes para nosotros. Y lo es el sector de la sanidad al que deberemos estar agradecidos por su largo esfuerzo. Y sobre todo, para los creyentes, es muy importante la relación con Dios. En estos días hemos acudido con frecuencia a Él, para pedir por el fin de esta pandemia. Algo que llegará. Pero quizás nos habremos reconciliado con Él. Y también será importante cuidar más la Naturaleza y disfrutar de ella. Hay muchas cosas bonitas y bellas en la vida, que ahora echamos de menos, que habrá que poner en lugar de las ambiciones, del bienestar a toda costa, del materialismo insaciable, de tener... tener y tener. Habrá que luchar más por los más desfavorecidos y buscar una sociedad más equitativa y justa. Tantas cosas. Será necesario rehacer nuestra escala de valores. Y que la paciencia, la sonrisa, el gesto amable, la paz sean nuestras metas cotidianas. Ardua tarea para la que estamos llenando, en este confinamiento, el depósito de combustible.

En lo doméstico, pocas novedades. La rutina mía -como la vuestra, supongo- sigue su curso. Las chulas de ayer resultaron un éxito. Volví a perder mi partida de ajedrez con el ordenador. Escuché anoche, como anunciaba, a Carlos Cano en "Háblame del mar marinero" y de paso su excelente versión de "María, la portuguesa". La música en este tiempo levanta los ánimos, aunque a veces sea con un envoltorio de nostalgia. No en vano las canciones que marcaron nuestros tiempos, nos acompañan siempre ligadas a una edad, a unas circunstancias, a unos lugares, a unas personas. Pero es agradable escucharlas y tararearlas, con una sonrisa en el rostro. Al ojear unas fotos, de esas que esperan pacientes que me ponga a ordenarlas, vino a mis manos una de mi grupo de amigos de juventud ribadense. Y recordé, por eso de la música, aquella rondalla que hicimos, Dos guitarras, un laúd, una bandurria, una buena voz y un grupo de amigos que hacíamos lo que podíamos. Más bien poco. Y me sonrío ahora con aquellas rancheras que iban desde Jorge Negrete a Los Panchos, aquellas habaneras que nos salían del alma y alguna gallega para rematar. Guardé las fotos que siguen esperando. Y ahora pienso en vosotros, amigos y amigas. A todos nos viene bien saber que los otros siguen bien. Que estamos ahí, al otro lado del móvil, de la tablet o del ordenador. Que comentemos o no este post, estamos en sintonía. Y que seguimos resistiendo, un tanto perdidos, en este largo túnel en que el mundo se ha metido. Una vez más, pensamientos y energía positivas. No al desánimo y a la impaciencia. Un saludo a todos.

domingo, 12 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DÍA 31º

Pascua de Resurrección. Día grande que hemos celebrado en casa lo mejor posible. No pudimos hacer las monas alicantinas, como ayer explicaba. Nos faltaba lo más importante: la levadura. Así que opté por hacer el que era el postre más sencillo en la posguerra, compatible con la cartilla de racionamiento. Las hizo mi madre toda la vida. Siempre ricas. Hablo de las “chulas”. Solas o con chocolate, siempre me gustaron. Y completamos con un roscón que nos trajo uno de mis hijos. En este día, recuerdo siempre la procesión que llamábamos del Ángel. En ella, alzaban con unas cuerdas con guirnaldas de flores a un niño o niña pequeño hasta la imagen de la Santísima Virgen, para cambiarle su manto negro por uno blanco. Más acorde con su alegría y la nuestra.Y a la vez, sonaba la música, se soltaban palomas y globos y repicaban alegres y con ritmo las campanas de la Parroquial y el convento de Santa Clara. Era el final de la Semana Santa. Volvía la normalidad. Los cines, cafeterías y bares abrían sus puertas. 

Estos días hay que redoblar esfuerzos para mantener la fortaleza. Se abre una nueva semana y hay cambios importantes, con la vuelta al trabajo de muchos. Puede aparecer la tentación del desánimo al no poder controlarlo todo, con ese mundo turbulento que ha creado el coronavirus. Y al no poder resolver las cosas con nuestras propias fuerzas. Es tiempo de elevar la mente y el corazón a ese Jesús Resucitado pidiendo ayudas.

Y ahora, me asaltan estas palabras en la quietud de la primera hora de la tarde. En el silencio hueco de mi entorno. Déjame soñar con que pronto veré a las personas que quiero y a las que aprecio. Hablar con ellas y dar rienda suelta a los sentimientos, un tanto comprimidos como un muelle en este confinamiento. Déjame soñar con esos cielos y esos mares que se juntan al atardecer, allá en el horizonte. Y se dan la mano y se alejan, juntos, hacia el sol poniente. Déjame soñar con ese barco que se cruza en mi mirada y con el velero, llamado libertad, que viene hacia mí, junto a la orilla. Esta noche me apetece escuchar una canción que me encanta. “Háblame del mar marinero” en la versión de Carlos Cano. Quizás porque desde mi ventana tampoco se ve el mar. Y llevo un mes ya sin correr hacia él y contarle mis cosas. Escucha esta estrofa, imagínatela… suéñala…

“”…Háblame del mar marinero
Dime si es verdad lo que dicen de él
Desde mi ventana no puedo yo verlo
Desde mi ventana el mar no se ve.
Háblame del mar marinero
Cuéntame que sientes allí junto a él
Desde mi ventana no puedo saberlo
Desde mi ventana el mar no se ve….””

Hasta luego, amigos y amigas. Un día más, por aquí estamos. Un día más nos encontramos para saludarnos y compartir nuestra lucha porque…¡¡Resistiremos!!

P.D. Este post y todos los anteriores de este diario los podéis leer en mi blog, pinchando en este enlace https://manueldiazaledo.blogspot.com/

sábado, 11 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 30º

Y llegamos a los treinta días de encierro. Un mes, ahí es nada, sin pisar la calle. Cuatro semanas de avance brutal del coronavirus por el mundo. ¿Y dónde estamos? En que por ahora crecen los contagiados y se frenan los muertos. Eso dicen, pero todos sabemos que no es cierto. Los contagiados son muchos más y los muertos también. Y por medio, las medidas económicas no se aclaran y suenan a escasas para tapar el inmenso boquete que tenemos en nuestro buque, llamado España. Medidas estas especialmente insuficientes para los autónomos. Lo he sido durante treinta años y se de que hablo. El varapalo para ellos es terrible. Y no se les está echando una mano. Lo contrario. Como botón de muestra no se aplazaron los impuestos a pagar este mes, ni se les eximió este trimestre de hacer declaraciones. Y ahora se dice están preparando ese aplazamiento un par de días antes del final del plazo. Ahora ya no vale. La mayoría ya han hecho sus declaraciones, eso si, jurando en arameo. Así andamos. En medio de bandazos, desbarajuste e incertidumbre. O sea veneno puro para la economía.

Estos últimos días me enganché a jugar una partida de ajedrez "contra el ordenador". Y como ganaba a diario en el nivel 3, decidí avanzar hasta el 4. En mala hora. Ayer me sacudió una paliza de época. Visto y no visto, me dejó casi sin piezas y me dio mate sin despeinarse, el muy ladino. Hoy vuelvo a la carga, a por la revancha, con toda mi artillería. A ver que pasa. Esto me recuerda una anécdota real que, referida a este juego, me sucedió, como no, en Ribadeo. A los 18 años pasé un invierno completo allí, en espera de iniciar mi carrera al siguiente. Solía acompañar a mi padre al Cantón Bar. Tomaba un café con él y ojeaba un poco su partida diaria de dominó con tres buenos amigos. Cerca, en otra mesa, el capitán de la Guardia Civil (o lo que fuese, que no recuerdo) jugaba al ajedrez a diario y trituraba a todos su contrincantes, en medio de un corro de mirones silenciosos. Un día me vio jugar con mi padre y me invitó a hacerlo con él. Me bloqueé y no supe que decir. Acepté. Nos sentamos. Los mirones nos rodearon sonrientes con aire paternal hacia mi. La partida fue terrible. Una matanza. Duró mucho tiempo. Agotadora. Nos comíamos las piezas a lo bestia. Pero al final de todo, le di mate y le gané. No le sentó muy bien. Las sonrisas de los mirones se mudaron en asombro. Y antes de que se dieran cuenta yo ya estaba en mi casa. Escapé por si se le ocurría pedirme la revancha. Durante días no aparecí por allí. Y al cabo de ellos, iba tomaba café con mi padre y desaparecía. No quiero ni pensar lo que hubiese hecho aquel hombre, con su honor, fama y amor propio maltrechos, en un segundo round. Me hubiese triturado. Lo mío fue lo que suele llamarse la suerte del aprendiz.

Mañana es Pascua. Y se me ha ocurrido, pensando en aquellas que pasé en Alicante, celebrarla haciendo una "mona". Como bien sabe alguna amiga de Facebook, es un dulce que se hace en el Mediterráneo en estas fechas. Así que haremos unas con su huevo duro adornado y todo. Allí se le estampa al primer despistado en la frente para romperlo. Eso mejor lo omitiremos porque en casa estamos en cuadro. No vaya a ser...que no se entienda bien el asunto por estos lares. Ya contaré.

Me he extendido con esto de la gastronomía. Así que termino en esta víspera de la gran fiesta de mañana. Hoy seguiré la Vigilia Pascual por internet y aprovecharé para seguir rezando para que esta pandemia termine y volvamos a la ansiada normalidad. Todos lo esperamos y necesitamos. Espero confiado en que así será. Llegará un día en que saldremos a la carrera a las calles. Nos emborracharemos de su aire y de sol o brisas marinas. Y hablaremos por los codos con todos los conocidos que encontremos. En fin, seguimos por aquí. Nos vemos. Saludos para tod@s.

viernes, 10 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 29º

Viernes Santo. Sigo recordando, como ayer, aquellas semanas santas pasadas y lejanas en el tiempo. En la mañana de este día se celebraba en Ribadeo y en otros lugares la procesión del Encuentro. Madrugábamos bastante para estar listos y vestidos para acudir a verla. En la plazoleta detrás del Cantón. Igual que ahora. Yo tenía además que recorrer casi dos kilómetros hasta allí. Todo el pueblo se arremolinaba en ese espacio escaso para aquella procesión. Solía ubicarme en la acera alta, frente al Cine Colón. Y allí seguíamos, con interés y entusiasmo, la llegada de la Virgen y San Juan, la de Jesús con la Cruz a cuestas, que era articulada, la Verónica que le salía al paso... Era una representación pausada y sencilla, al hilo de las palabras del predicador de turno. El de ese año, normalmente un religioso. Unas veces bajo un sol, que allí pegaba con fuerza. Otras en medio de un frío y humedad elevados. Pero allí permanecíamos, absortos en la contemplación de todos los movimientos de Jesús de Nazaret y su madre, la Santísima Virgen. Y por medio, los del Coro Miserere para aumentar la emotividad. Para recordar siempre. Hoy volveré, en una hora, a seguir los oficios por internet. Es lo que toca este dos-mil-veinte.

Hoy, caminando incesantemente por el pasillo de casa, me vino un pensamiento. Dicen que posiblemente estemos libres de confinamiento de julio a setiembre (¡que ya le vale!). Si todo va bien. Ergo será ya verano. Pero resulta que estamos todos blancos, puede que hasta paliduchos, de estar metidos en los pisos desde hace un mes. Y lo que queda. Y entonces me dije. Manolo, tu llegaste a Galicia, procedente del Norte de África, negro. así como suena. De verdad, hay fotos. Luego evolucionaste, de acuerdo con tu 50% de ADN mediterráneo que tienes, a un moreno intenso. Hay muchas fotos. Duró así hasta los 25 años más o menos. Después, la vida laboral, la fábrica, los despachos te llevaron a ser blancuzco. También ayudó el miedo que los dermatólogos nos metieron en el cuerpo con los males del sol. Y ahora, este confinamiento te ha rematado. Blanco pálido. O sea un desastre de tipo. No puede ser. Así que dicho y hecho. Ahora ya tengo la toalla, la visera, la crema y el bañador sobre mi hamaca en la terraza. Y en cuanto aparezca el sol, por mis antepasados que me ubico ahí, poco a poco. Que no aparezco en la calle, cuando me suelten de esta guisa. Y ahí estamos. Hoy... llueve. A esperar. Ah y otra cuestión, que dejo para otro día, es el tipillo y la báscula. Porque este servidor fue casi toda su vida cóncavo. Hacia los cincuenta aplané bastante. Hace un tiempo observé el nacimiento de una geometría algo convexa. Pero este confinamiento lo ha puesto claro. Convexo que me he mutado. Y eso va contra mi pasado y mis principios. Ya hablaremos de las soluciones. Habrá que analizarlo con más calma. Perdonad que me he extendido mucho sobre tan íntimas y personales cuestiones, pero he pensado que puede ser algo bastante general. Perdón de todo modos por tanta confianza con vosotros. Esto es culpa de la proximidad en este Facebook. Pero ahí estamos todos. Al pie del post y del comentario. Un saludo, amigos y amigas. O para cumplir con la igualdad famosa, amigas y amigos.
DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 28º

Y ya estamos en Jueves Santo. Seguimos confinados y lo que nos queda. El día de hoy inunda mi mente, hasta desbordarse, de recuerdos, de flash de imágenes, de momentos y lugares. Es un día señalado. Lo es más aun desde que mi padre falleció en este día a mil kilómetros de donde yo me encontraba. Esos recuerdos los separo en dos partes. Hasta los 22-25 años son ribadenses. Desde ahí hasta hoy, más variadosy en diversas poblaciones. Los primeros son de participación activa, los posteriores ya como espectador de algunas procesiones de aquí y de allá. Pero de vivirlas más en profundidad, con mayor espiritualidad. Lo importante no es estar contemplando el paso de una procesión, que está muy bien, si no vivir más de cerca la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Pero en cuanto a recuerdos y vivencias, la etapa de Ribadeo me trae ahora muchas puntuales. El Jueves Santo nos vestíamos bien, lo mejor posible. Íbamos a la Parroquia a los Oficios y a continuación salía, si no recuerdo mal, la procesión de los Pasos. Recorría muchas calles del pueblo e íbamos todos en ella. Unos en filas a los lados, otros detrás de la Banda que cerraba la comitiva. Cuando fuimos creciendo, nos situábamos en diversos puntos del trayecto para ver su paso. Avanzando de unos a otros. Antes, al salir de los Oficios, que eran muy largos entonces, como teníamos hambre por aquello del ayuno eucarístico, nos lanzábamos hacia la churrería que había junto a la Iglesia. Y con aquellos buenísimos churros, en un cucurucho de papel de estraza, dábamos unas pasada por el Campo y las Cuatro Calles en espera de la Procesión. Vidilla social, llamémosle. Eso hacía todo la gente, grandes y pequeños, mozos y mozas. Ese día, creo no había más. Era el Viernes Santo el día grande con las procesiones del Encuentro, la del Santo Entierro y la de la Soledad. Todo ello, para los niños constituía, aparte de lo religioso, unos días emocionantes y entretenidos que vivíamos juntos. Y ya de jóvenes, ese carácter grupal se galvanizaba en ese ir y venir al hilo de las procesiones y los paseos por las calles del pueblo. En ese tiempo, los bares, las cafeterías y los cines permanecían cerrados hasta el domingo de Ramos.

Todos estos recuerdos, tan lejanos de nuestra realidad actual, me han venido, en cascada, a la mente. Este año, esta tarde, seguiremos esos oficios religiosos por la tele o por internet. Nos ayudará a vivir de otro modo esta semana Santa que pasará a la historia personal de todos nosotros, como algo que nunca olvidaremos. Nuestra vida sigue igual, con la rutina engrasada ya de todos los días. Todos, al menos a mi me pasa, hemos cogido un ritmo algo lentorro. Al llegar la noche a veces me sorprendo diciéndome "ya otro día...otro día más y me han quedado cosas por hacer". Hoy han hablado los políticos. No los he escuchado, pero si que se planea nuevo estado de alarma posterior al que va a comenzar y que nos metería ya en mitad de mayo. No se... yo estoy atrincherado en casa y solo me falta clavetear la puerta como en los western cuando van a atacar los indios. Y ya empiezo a pensar..."por mi...que chova". Hasta que escampe y no haya riesgo de contagio, aquí me quedo. Tengo provisiones, agua y mantas. O sea que...Seguimos en contacto amigos y amigas. Comentando esta vida nuestra enclaustrados. Para saber que ahí estamos...vivitos y coleando. Y que estamos todos, que es importante. Un abrazo virtual personalizado.

miércoles, 8 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 27º

Esto de la tolerancia cero con el riesgo de contagio, que llevo a rajatabla, tiene sus cosas. Hoy se acercó hasta nuestra puerta del piso para traer algunas cosas uno de mis hijos. Más tarde lo hizo mi cuñada. En ambos casos les dije tajante, señalando con la mano desde mi puerta, "a dos o tres metros...ahí" Los pobres lo cumplieron así. Lo entienden. Pero me quedé, luego, pensando. Así se pierde toda intimidad. El ser humano necesita proximidad para tenerla. Parece que hablo con el portero, el frutero o el cobrador del frac. A qué hemos llegado. Pero la realidad es que este virus, traidor y cobarde, que no da la cara y ataca por detrás, no es cualquier cosa. Y claro no todo el mundo lo entiende. Me sorprende estos días la enorme inventiva de algunas personas (o bastantes) para salir de su encierro e ir a la calle a pasear, a correr o a respirar aire puro. Es curioso, no piensan en el contagio o no creen en él. Solo temen la multa que les pueden poner. La pìcaresca es variada, No olvidemos que somos españoles, maestros en ella. Leo que hay personas que salen veinte veces para comprar cosas del super que podrían llevar en un solo viaje. Y van a comercios distintos cada vez. Aquí compro la harina, luego allí el aceite y así se recorren toda la ciudad. Otros se disfrazan, no se para qué, pero parece que hacen gracia y cuela. Todo esto me recuerda un chiste que hace años escuché en boca de un buen amigo. Era en aquellas cenas divertidas e inolvidables de un grupo de amigos al terminar de impartir nuestras sesiones de orientación familiar a matrimonios. La risa andaba suelta y desbocada.

Esto eran dos ingleses, empresarios de la City londinense, que fueron a bañarse al Támesis. Lo hicieron desnudos y cuando tomaban el sol, un barco repleto de gente pasó por allí. Se formó el revuelo consiguiente, risas, fotos. Los dos hombres se levantaron de un salto y se taparon con sus respectivas toallas. Uno se la puso a la cintura y el otro en la cabeza. Cuando el barco se alejó, uno de ellos le dijo al otro. "Oye, tu porque te tapas la cara y no pones la toalla a la cintura como todos". El otro inglés, impasible, le contestó "A no se tu... pero a mi todo el mundo me conoce por la cara". Os acabo de colocar un chiste, un retazo de humor. Contado en persona sería otra cosa, con más gracia. Pero ahora es lo que hay. Perdón por mi indiscreción. Ya se que en estos tiempos el humor está mal visto.

Hoy es miércoles santo. Mi mente me traslada a tantos otros días tal cual como este. Pero en libertad. Muchos en Ribadeo pasando la Semana Santa. Con el programa de cultos en la mano y empezando a encontrarme con viejos amigos. Y reviviendo tiempos de infancia. Otros en la Coruña, acudiendo a Salesianos, San Jorge o Santa Lucía. Y sobre todo a aquel de hace 27 años en que, en la madrugada del 8 de abril, Jueves Santo, falleció mi padre. El mismo calendario que este año. Siempre hay recuerdos para todo. La vida es un enrejado de alegrías y tristezas que se va entretejiendo con nuestras propias existencias. Pero me he puesto serio y no toca. Estamos en tiempos de paciente esperanza en el regreso. El regreso a nuestras vidas, las que han quedado paralizadas hace ahora 27 días. Como la paloma anunció a Noé, en su célebre arca, que la tierra ya estaba libre, así espero que nos anuncie pronto que nuestra tierra también está ya libre. Pero del coronavirus. Hasta luego amigos y amigas. Seguimos por aquí, en este pequeño patio de vecindad que es Facebook. Se comenta todo.¿Resistiremos?.... ¡Pues claro que sí!

martes, 7 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 26º

De acuerdo. Ante los numerosos comentarios de ayer a mi post del diario día 25, sucumbo y os hago caso. Agradezco los ánimos recibidos. Sois buena gente. Vamos allá. La noticia grande del día es que hace un par de horas, mi nieta más pequeña, volvió a su casa con sus dos añitos a cuestas y nueve días de hospital. Esperemos se consolide su mejoría. Hoy el sol quiso animar la mañana, pero casi no pudo salir, tapado por nubecillas envidiosas. Pero me permitió media horita de hamaca. Y lo mejor es que me llegó un inconfundible olor a mar. A veces sucede por aquí, cuando las olas de fondo remueven y arrancan las algas. Lo saboreé con unas inspiraciones profundas. Pensé entonces en ese olor, verdadera fragancia, que despide el mar en la playa del Cargadero y de Rocas Blancas en Ribadeo, cuando las algas son removidas y se acercan a la orilla. Cerré los ojos. Y en ese momento me vino una anécdota -una vivencia más de las muchas que hay en mi mochila- de hace años. Fue navegando en nuestra embarcación con mi padre y mis dos hijos mayores, niños entonces. Al llegar a la denominada Playa Verde, entre la de Fontenla y la Punta Cabada, atracamos. Como la marea estaba muy baja, quedamos algo distantes de la orilla para desembarcar. Así que me puse las botas altas de goma, me coloqué en la proa, cogí aire -del más puro olor a algas- y salté como un trapecista. Por el aire. Verdadera exhibición. Menos mal que estaba desierto aquel paraje. Caí a la arena y... me hundí hasta más arriba de la rodilla. Inmovilizado total. Intenté sacar las piernas del fango con todas mis fuerzas. Pero nada, atrapado. Mi padre, inquieto, preguntaba que c... hacía allí tirado. En aquel fuerte apuro, hundido y varado por completo, al fin logré sacar los pies y dejar las botas enterradas. Puse piedras, bajaron los demás y con mucho esfuerzo, con fango por todo el cuerpo hasta los ojos, rescaté mis botas. Olor a algas... si... olor a algas el de aquel día.

Nos acercamos ya al mes de encierro. Nuestra moral aquí en casa sigue alta. Nos hemos acostumbrado tanto a no salir y a llenar el día de cositas, que ya casi no añoramos la calle. Y mi café de las 12, los paseos por la city y las caminatas por el Marítimo parecen ya muy lejanas. Me han dicho que se está relajando el confinamiento y ya hay bastante gente que sale con una u otra disculpa. Mal hecho. Muy mal. Hay que aguantar para que logremos frenar y acabar con esta plaga del Covid-19. Más solidaridad, please. Esta noche me voy a cantar, en la soledad de este rinconcito de la casa, el Resistiré, el Gracias a la vida y hasta el Viento del Norte. ¡Que caramba! Me doy ese gustazo. Eso si, cerraré las ventanas para no molestar, que el vecindario parece no estar mucho por la música. Os lo recomiendo para subir la autoestima, bajar el colesterol y aumentar vuestra fortaleza mental. Ah, en lo del ajedrez contra internet, ayer le machaqué dos partidas al ordenador. Hoy subiré el nivel un punto más, Le tengo ganas...Bueno queridos amigos y amigas, seguid así como hasta ahora. Esto pasará y aunque abril parece que lo vamos s vivir enjaulados, no importa nada. Resistiremos, que si. Y volveremos a vernos... por ahí …o por allá. Por supuesto. Un abrazo y nos vemos esta tarde noche.
DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 25º

He estado escribiendo, como todos los días a estas horas, unas líneas que componen el post de este diario. Lo colgué y entonces me vino un pensamiento expansivo. Y lo borré. Ahora improviso sobre la marcha. Pasan los días y ya son 25 los de mi encierro. También los de muchos de vosotros. Y la cosa no está para bromas. Seguimos en estado de alerta o de lo que sea. Y sigue muriendo gente en todo el mundo. El sentido del humor está bajo mínimos y no se acepta bien ni siquiera la ironía. Tampoco las pinceladas políticas o ideológicas. Lo palpo a mi alrededor, en lo que leo y en lo que escucho. Es un tiempo difícil, muy difícil, el que nos ha tocado vivir. La incertidumbre siembra nubes y brumas que impiden desentrañar el futuro y sus claves. Me pide el cuerpo hablar de esperanza y confianza en ese futuro. De intentar buscar la tranquilidad y envolver nuestras vidas en actividades que llenen nuestros días. Pero me tengo que medir porque a algunos les puede herir todo esto. No es ya cuestión de optimismo o pesimismo. Es más profundo. Es el miedo y la ansiedad. El sentirse presos en las casas sin comprender aun qué es lo que pasa. 

No tengo claro que no nos estemos saturando de rutinas y de las mil frases, videos y WhatsApp que nos llegan a diario. Y puede que estas líneas estén perdiendo su oportunidad y su utilidad. Aunque haya quien no lo comparta, yo baso mi esperanza en las alturas. En Dios que no nos fallará. Pero al que hay que rogar, perseverantes, que acabe ya esta dura prueba que estamos pasando. En esto estamos bastantes.

Aquí lo dejo hoy. No es desánimo ni cansancio. Al contrario, llevo muy bien este tiempo de confinamiento total. Es la duda que he expuesto. Un día más, un saludo y un abrazo virtual. Eso sí...¡¡¡Resistiremos!!!