viernes, 4 de agosto de 2017

RECORDANDO (1): JUGANDO POR EL CAMPO LOS DOMINGOS.

Las mañanas de los domingos eran una fiesta y una delicia para los niños de mi generación. Pasadas ya las jornadas de clases, colegios y recreos, nos liberábamos y a correr. Y corríamos con presteza al Campo de San Francisco, entre el Palco de la Música y la Iglesia Parroquial. Allí, en una amplia zona de tierra, estaba nuestro territorio común o comanche, según se mire. Los niños se contaban por decenas. Y siguiendo un cícl...ico calendario, no escrito en ningún sitio, aparecían unos u otros juegos. La peonza, las canicas y el gua, el pinchín, el aro... eran la diversión habitual. Y por medio mil discusiones, acaloradas, sobre sus incidencias y las incontenidas pasiones infantiles. Y nunca faltaba un balón para pelotear junto a la pared de la iglesia o correr al Cantón. Este era el sitio ideal para jugar un partido, pero chocábamos con frecuencia con que las niñas patinaban en grupos o daban vueltas y vueltas con sus bicicletas. Pero convivíamos sin más problemas.

Uno de los juegos que nos hacía pasar buenos ratos era el de "a melás". Un chaval se ponía junto a una pared, y varios se colocaban agachados, en fila, pegados unos a otros, con las manos sobre su cintura o su trasero. Eran los desgraciados que pandaban. Luego, los restantes chiquillos, cogían carrera hacia aquellos, saltaban lo más que podían y se dejaban caer encima. Así, uno tras otro, aumentando el peso sobre los agachados. Y ahí venía lo peor o lo mejor, según la situación de cada cual. Venían las malas mañas. Caer encima de ellos con fuerza, golpear al caer, empujar a los delante para desequilibrar la masa y, finalmente, al ceder alguno de los que pandaban, lograr el derribo y caída colectiva al suelo. Y así, entre risas y algún quejido, se volvía a empezar. Y con todo esto iba pasando feliz la mañana de los niños, hasta que uno tras otro se iba marchando a su casa o alguien proponía un plan mejor gritando. "vamos a coger grillos" , "vamos al muelle", "vamos a los Hermanos" o cualquier otra diversión alternativa. Esa era la feliz vida infantil en aquellos domingos de juegos en el Campo.


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