DÍA QUINTO
He tenido noticias de tres de mis nietos que están refugiados en una casa en el monte, en Guitiriz. Acostumbrado a ver a mis diez nietos con frecuencia, se hace raro y cuesta. El más pequeño, cinco años, decía hoy "pero cuando van a llevarse a ese coronavirus". Sobran palabras. ¿Qué recordarán el día de mañana todos estos peques menores de diez años? Es un futurible. En fin, seguimos, ya desde ayer en aislamiento total. Ninguna salida para nada. Mis hijos nos acercan lo que vamos necesitando. Se que somos afortunados. Más que aquellos de vosotros que estáis solos y sin esa ayuda. Hoy pensaba que es importante también, mantener el nivel de aseo y cuidado en el vestir. Mejor no estar todo el día con pijama o similar. Vestirse como si la vida continuase siendo normal. Es otro tema de ayuda psicológica. Y no abandonarse, hombres y mujeres, en el arreglo personal. Hay que vivir y sentir con normalidad dentro del encierro a que nos vemos sometidos. Aunque hay cosas que uno extraña más. Aparte de salir a la calle, por supuesto. En mi caso, hecho mucho de menos mi café de las doce en una cafetería frente a mi casa, ojeando un periódico. Son muchos años dejándome caer por allí, hacia esa hora. Santi, el camarero me lo prepara en cuanto me ve entrar por la puerta. Nadie me lo hace como él. Después el saludo y unas palabras con los parroquianos de todo los días. Lanzarle unas puyas a un abogado jubilado que es del Barsa (yo soy del Madrid, que le vamos a hacer, algún defecto hay que tener) y que diferimos mucho en pensamiento político. Y salir pronto a mis asuntos. Si, ese cafetito con leche de Santi no lo puede sustituir el que me hago en casa a esa hora. Eso sí, hoy he podido estrenar la terraza y disfrutar unos minutos del sol. Es importante sentir, aunque sea a través de una ventana, el aire y la brisa exterior y tomar el sol unos minutos. Sirve para paliar el efecto de estar enclaustrado. Aunque al llegar la noche todo se me hace algo más duro. Ayer saqué el tocadiscos y me entretuve con un LP de la "Década Prodigiosa" con todo un pupurri de aquellas canciones sesenteras. Pasé por mi viejo amigo Cafrune y su "Canto de la Esperanza" y rematé con Frank Pourcel y su orquesta. Ah, y también el "Perdóname" y alguna más del Duo Dinámico. ¿Nostálgico? preguntaréis. Un poco. Me llevó a Ribadeo y las noches verbeneras de Rosa Lar; a Gijón y aquellas tarde noches del bar del Seu con mis amigos y a las cafeterías El Club, Krystal, Tala y alguna más coruñesas. y sus máquinas de discos. ¿Y vosotros? Ya lo voy viendo por vuestros comentarios. Y sintiendo, porque este tiempo empuja a la comunión de sentímientos. Parece que estamos más unidos, más próximos. Como si nos viésemos, mientras la luna nos mira, apenada, desde sus alturas. ¡Cuánto vamos a cambiar en adelante, si esto dura mucho! Es obligado.
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