DIARIO DE ESTOS DÍAS
DÍA 38º
Hoy acompaña a este diario, excepcionalmente, una fotografía. Me la ha recordado Facebook y al verla y leer el texto que puse hace dos años, no me resistí a la tentación de colgarla. Por aquello del contraste. Sí, hubo un tiempo, que ahora nos queda en la memoria y en el recuerdo, en que la vida fue de otro modo. Basta con leer aquel post que habla por sí solo. Así que ahora mi sueño es volver a vivir aquello. Las noticias que llegan empiezan –al menos en Galicia- a ser más halagüeñas. Y se piensa ya en poner en marcha pronto la hoja de ruta y el calendario de la vuelta a la normalización. Eso sí, con matices grandes. Siempre será una salida con todas las protecciones y precauciones a cumplir (mascarillas, guantes, distancia entre personas, etc) y por fases, según circunstancias personales, edad y nivel de riesgo por patologías. Y con vuelta atrás si hay rebrote de la epidemia. Los niños parece que la próxima semana van a poder salir un rato. Esto es no ya necesario, es ineludible. Por mis nietos se el nivel de crispación que muchos de ellos tienen, aparte de aparecer los primeros síntomas en la conducta de algunos. No cabe duda que necesitan salir a la calle y hacerse unos buenos largos a la carrera. Ahora bien, los mayores también lo necesitamos. La mayoría de nosotros andamos bastante y a diario. Es parte de nuestra salud. Y en este encierro tenemos todas las limitaciones posibles. Y esto me lleva a otra cuestión.
Hoy hablé con un amigo por el móvil y me sorprendí de que yo no era un tipo tan raro como creía. Ya ayer, empecé a pensarlo así al ver en un video de una calle de Madrid, en el que dos personas de mi quinta, más o menos, corrían por su terraza al aire libre. Ida y vuelta, ida y vuelta. Pero resulta que mi plan mañanero es idéntico al de mi amigo, sin haberlo comentado nunca. Veamos. Me levanto y empiezo mi tanda de gimnasia. Su origen está, hace muchos años, en dos libros sobre ejercicio físico que “le birlé” a mi tío en Alicante. Y es parecido al actual pilates. Después carrera por mi circuito de 17 metros. Ida y vuelta 34 metros. Hasta un kilómetro o algo más. Luego ducha y desayuno. Este no lo explico, pero no me quedo corto. Luego aspiradora, lavavajillas, cama y otras tareas hogareñas. Hamaca y sol en la terraza, si lo hay. Caminata por el circuito. Escribir. Misa de una y cuarto internet desde Torreciudad. Y comida. Pues mi amigo me contó que tal cual, con la única salvedad del desayuno al principio y que él no escribe. O sea que si dos hacemos esto, otros muchos harán lo mismo. Luego no soy tan raro. Luego tampoco tan ocurrente. Pues vale.
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