sábado, 18 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS-

DÍA 37º

Y ahora miles de mascarillas que no sirven por defectuosas. No se si reír o llorar. Esta tragicomedia no tiene fin. Parece que las mascarillas entregadas por el gobierno a las CCAA y en fase de distribución no sirven. Otro nuevo fiasco. ¡Mon Dieu! ¿Pero es que no hay nadie ahí arriba, en las estructuras gubernamentales, que tenga un mínimo de sentido común? ¿Es que no saben que hay algo llamado control de calidad? Cuando se recibe mercancía, la que sea y más si es sensible como esta, hay que verificar que lo que llega está en buen estado y sirve para su función. Y además, lo que es peor, comprobar ¡que no te han dado gato por liebre! Lo hemos hecho todos en nuestras empresas. Es elemental. Ni las prisas justifican esta nueva desfeita. Sin duda habrá quien diga que todos podemos cometer un error. Ya... pero es que van un montón de fallos. Y hay vidas pendientes de un hilo detrás. ¿Que no juegue con los muertos? Ya, vale. No pasa nada. No hablemos de ellos, solo de cifras y curvas, que ahora son mesetas. No de seres humanos. Vale. Sabes una cosa, tu que opinas eso. van a llover las demandas judiciales como la tormenta de granizo que está cayendo mientras escribo esto.
Sigo caminando incesantemente por el circuito de mi casa. El que dibujé para andar en este tiempo. Lo malo es que empieza a asomar un surco que ni que lo estuviese arando. Con el encierro surgen sus curiosidades caseras. No uso el reloj. Ni me lo pongo. ¿Para qué? El tiempo lo mido a ojo y me basta. Además, en la pared de la cocina hay uno grande y algún otro por ahí. Me sirve ya que paso tantas veces. Otra es que no recuerdo que hayamos hecho nunca tantos dulces caseros. Ayer nos hicimos un hermoso y gran bizcocho. A estas horas ya ha caído casi todo. Y la báscula no lo ha detectado. Sin duda el ejercicio físico y el orden de vida tiene algo que ver.

Veo en Facebook una fotografía de "O Cabazo", el hotel restaurante ribadense de mis buenos amigos Juan y Carmen. Me da pena verlo cerrado en espera del final del confinamiento. Y lo mismo pienso ahora de lugares a los que suelo ir siempre que me dejo caer por la villa para matar mis nostalgias. Lugares, que como Fumarel o el Linares a los que acudo con amigos o me encuentro con otros, forman parte ya de mis vivencias. Y vuelvo mi mente, igualmente, a mi calle coruñesa y pienso en si me volveré a encontrar abiertas, cuando esto acabe, Ricardo, el Olivo, Olimpia, Bocatin, Taboo… Esperemos que sí. Y al atardecer busco a la reina de la noche, la luna, y me whatsapeo con ella. Y le pregunto si ya ve, desde allá arriba, el camino que tengo hacia adelante. Y me dice que si. Y la creo, confío en su sinceridad. Allá adelante, tras esa loma, se ve el valle. Lo veo, me dice, hermoso como siempre. Y ya está libre de todo estorbo. Sigue caminando, no desesperes, amado mío. Sigue que vais llegando. Y las estrellas asienten, con su frente, con su eterna sonrisa nacarada. Y me lo creo...Nos toca resistir, amigos. No descuidéis, con la rutina, las normas de protección sanitarias. es fundamental. Ánimo y un saludo para cada uno y cada una.

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