sábado, 18 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS-

DÍA 36º

Me vengo imaginando la etapa tan dura que estamos pasando como un largo, muy largo, túnel Como el Guadarrama, por ejemplo. Que además no permite ver la luz de su salida hasta el final. Y más aún en los años en que lo atravesaba con el seiscientos. O sea a paso de burra y tardando una eternidad. Pues así andamos. Metidos de lleno después de 36 días de encierro, en la oscuridad total, sin poder atisbar ya el final, allá adelante. Así andamos. En medio de cifras y cifras discordantes y a veces contradictorias. Y entre una maratón de bulos y fake news. Esto último es ya insufrible. Por un lado, se están bombardeando masivamente las redes sociales –twitter sobre todo- con noticias falsas, bulos y mentiras tremendas con la intención de crear determinados estados de opinión y de ánimo en los ciudadanos. Pero también de atacar por tierra, mar y aire a sus oponentes políticos. Y aunque el gobierno se hace la víctima de esto, no es así ni mucho menos. Y nosotros en medio de todo el fuego cruzado, aguantando el chaparrón de la más absoluta desinformación. Otra cuestión curiosa es que ante la idea de “que esta crisis de la epidemia la sacamos adelante todos unidos” y que, aparte del confinamiento, lleva a salir a aplaudir a los balcones todos los días, para agradecer a los sanitarios, policía, militares, empleados de supermercados y otros su labor, hay quienes se quieren poner medallas que no son suyas. O sea atribuirse el mérito de esa unión y considerar los aplausos como si fuesen de loco contento y hacia ellos. Y miro hacia algunos ministros.

Pero dejemos estas nimiedades que solo conducen al enfado y la congoja. Acabo de hablar por Skype con mis nietas, las que están en una casita en el campo en Guitiriz. Su abuela ha puesto un gallinero, ha comprado gallinas y ha abierto para labranza un trozo de lo que era prado. Me decían que han sembrado tomates, pimientos, judías, lechugas, pepinos, cebollín y varias cosas más. Y lo he visto claro. Una parte del futuro inmediato para mucha gente va a ser el regreso al campo. Reabrir las casas abandonadas de sus abuelos y padres y labrar las tierras. Ante futuras pandemias similares a la actual, sus posibilidades de defensa y supervivencia aumentan mucho. A mí me pilla tarde que si no… Pero bueno, al menos tendré que modificar el patio y jardín de la casa de Ribadeo para hacerlo más confortable y habitable. Por si acaso. Esto del piso estaba muy bien, pero ahora hemos podido comprobar las carencias. La verdad es que ahora envidio a los que tenéis jardines o huertas en vuestro confinamiento.

Hoy me levanté con el pensamiento enganchado en Figueras. ¡Fíjate tu! Y a la mente, que a veces anda salida de madre, me vinieron, en cascada, varias aventuras. Y al pasar mentalmente por Barres un flash me presentó aquellas excursiones – carreras de bicis con mis amigos. La vuelta a la ría. A golpe de pedales y a lo bestia. Y de ahí me fui a parar a lo que pudo ser mi mayor accidente sobre una bici. Aquella tarde iba solo por una carretera que discurre a las faldas del monte de Santa Cruz, para salir a Villaframil y La Devesa. En un tramo de bajada largo que terminaba en un giro de 90 grados, con mucha grava en las cunetas y en la carretera aquella, se me salieron los pies de los pedales. No podía colocarlos de nuevo. Aquel trasto bajaba alocado y sin control. En la curva había un banco y en él estaban sentados mis vecinos, Suso de Mon y su mujer. Horrorizados vieron cómo iba directo hacia ellos. Supongo que Suso me gritaría “para ,Manolin, para” –así me llamaba- Yo no podía ya frenar aquella bici. Al llegar a su altura, con un movimiento del manillar logré esquivarlos y, a la vez, evitar caer por un largo terraplén. Fue un derrape espectacular que levantó polvo y grava por todas partes. Un susto mayúsculo. Y sin inmutarme, en apariencia, proseguí mi camino. Tardó en pasarles el susto. ¡Y a mi! Como veis mi cabeza no para. Pequeñas historias de la vida en letra pequeña. ¿Os pesan ya los días? Tranquilos, lo peor puede que ya lo hayamos pasado. Ahora es la espera en la que hay que generar más paciencia y buscar hacer cosas que nos llenen el tiempo. Y si son útiles, mejor. No nos quedaremos llorando por las esquinas. Lucharemos y sobreviviremos. O sea, resistiremos. Hoy un abrazo virtual a todos y a todas.

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