sábado, 18 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS.

DIA 35º

Hoy es un día triste para La Coruña. Uno más. Ha fallecido el primer farmacéutico a causa del coronavirus. Se veía venir. Ha habido otros muchos muertos en otras profesiones, por supuesto y lo siento cada día. Y rezo por ellos. Y hay otros enfermos en esa profesión. Tengo una farmacéutica en mi familia. Por eso lo siento aun más. Pero hay culpables. Y son quienes, en el ámbito político, no han sido capaces en un mes de conseguir mascarillas y material de protección individual para todos los sanitarios y farmacéuticos en España. Que además centralizaron en sus manos toda la gestión sanitaria desde el primer estado de alarma. Quiero aprovechar la ocasión, para salir al paso de un rumor. El hecho de que las mascarillas tengan un alto precio, allí donde las haya, no se debe a afán de lucro de las farmacias, si no al precio al que el proveedor o distribuidor las cobran desde que empezó la crisis. Hay farmacias que las venden sin margen comercial alguno. A precio de coste. Al César lo que es del César.

Disculpadme esta entradilla, pero me sale del alma. Estamos viendo y viviendo muchas cosas que alcanzan el nivel de escandalosas e increíbles. Están saliendo normas y filtraciones de avance de otras que van a cambiar por completo la faz de este país, coincidentes con el enorme empobrecimiento colectivo que vamos a sufrir. Al tiempo...

Lo anterior no me lo apuntéis como pesimismo o derrotismo. Y mucho menos catastrofismo. Es la realidad pura y dura que nos circunda. Vayamos a otros temas. Mis tareas diarias se han anquilosado. Me repito día tras día. A veces alargo el ejercicio físico. Otras me estiro en el cine nocturno, aunque ando ahora por grandes films de décadas pasadas e incluso lejanas. Algunas noches me da por un rato de música. Pero leo menos que antes. Me sucede algo raro. ¿A vosotros también? La realidad que estamos viviendo es tan dura, tan inesperada, tan increíble que no hay ficción ni ciencia ficción que la supere. Se queda todo pequeño, simple. Y no me atrae. Casi es juego de niños comparado con la que ha organizado el Covid19. Nadie llegó tan lejos como este ataque mundial, arrastrando la caída de toda una civilización. Es que se está cargando el mundo tal como lo conocimos hasta primeros de marzo. Por eso, estos días no puedo centrarme mucho en la lectura. Y además me machacó una novela que tenía a medio escribir. En ella también se paraba el mundo, sin enfermedad alguna, pero por otras razones. El derrumbe de internet tenía la culpa. Pero ahora ese argumento está muerto. Casi infantil ante esta pandemia. 

Sin querer, sigo un tanto negativo hoy. Pero lo que si es positivo es mi ánimo, mi espíritu de lucha, de superación día a día, hora a hora. Tenemos que ser fuertes para enfrentarnos al futuro ya inminente. Y hacerlo con espíritu alegre...¡qué caramba! Así nada nos podrá tumbar. Que no decaiga el ánimo aunque nos lo pongan difícil. El ser humano, si se lo propone, puede con todo. Por eso grito a los cuatro vientos... ¡¡¡RESISTIRÉ!!! ¡¡¡RESISTIREMOS!!! Tu...y tu...y tu... todos nosotros, lo veremos así. Un saludo.

No hay comentarios:

Publicar un comentario