viernes, 16 de marzo de 2018

ENTRE LA LLUVIA Y EL SOL.
Así anduvo el día por las calles ribadenses. Unas horas, por motivos luctuosos. Es la vida y sus ritmos. Los que se nos van yendo. Unas horas entre familiares de aquí y de allá. Rebobinando recuerdos. Con abrazos efusivos y el cariño a tope. Algunas lágrimas fugaces, que se escapan. La lluvia y el sol jugando al despiste por allá. Y a un buen diluvio mañanero por acá, por tierras coruñesas. Es todavía invierno por las Cuatro Calles ribadenses. Por el Cantón vacío y por el Campo. Suelos mojados y algunas flores incipientes en los árboles. Otros secos, yermos de hojas y de vida. Esperando a la primavera. Es todavía época, en los pueblos, de vivir para adentro. Al calorcillo de las casas. Mientras, los forasteros durante estas horas, tristes. de despedida de uno de los nuestros, intercambiamos ya miradas hacia el verano. El que siempre esperamos, ilusionados, para reencontrarnos unos y otros. Y encontrarnos con los viejos amigos de siempre. Para matar horas, que se hacen escasas, sabiendo los unos de los otros. Hay humedad grande -¡como no!- por las calles. Y en el patio de casa han nacido hierbajos entre algunas grietas. Miro las fotos y los cuadros. Noto el olor que viene de mi infancia entre sus paredes. Es la hora de la marcha. Y de un adiós definitivo en este mundo a un buen hombre y a un buen padre de familia. ¡Hasta el otro! ¡Hasta el más allá! Siguen juguetones nubes y sol. Y ríe la lluvia cayendo por aquí y por allá. Es la vida... que viene y va...

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