martes, 24 de marzo de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS...

Día duodécimo.


Hoy ha regresado el sol y lo he aprovechado, unos minutos, en mi terraza. Momentos ilusionantes. Pensé, mientras mantenía cerrados mis ojos, en cómo será el momento de volver a salir a la calle. Cuando el peligro ya haya desaparecido. Imagino a todos corriendo alborozados, respirando profundamente el aire. Llenando los pulmones. Yo cruzaré mi calle y me asomaré a la duna arenosa de Riazor. Bajaré hasta la orilla y llenaré mis manos de agua del mar. La besaré. Me sentaré en la arena y daré gracias a Dios por el regreso a la vida. Creo que cantaré una canción. Si...la cantaré. La que salga entonces de mi alma. Desperté, de pronto de ese momento de sol en la terraza. Volví a entrar en casa. Sería bonito si, me dije recordando mi sueño. Será bonito, me repetí, cuando esto acabe. Ahora es tiempo, también, de soñar. ¿Por qué no? Nos queda, si, bastante más camino por andar. Y malas noticias diarias, que no por esperadas son menos crueles. Se han hecho muchas cosas mal. A su tiempo ya hablaremos. Ahora toca unión y solidaridad. Continuar confinados todos, cumpliendo al milímetro y sin descanso los cuidados y prevenciones sanitarias. Aquí seguimos con diversas actividades. Las domésticas, las culturales, las de ocio, las de ejercicio físico. El día lo tenemos lleno. Y un tiempo para rezar y pedir a Dios que esto acabe pronto. Y que no nos alcance a los nuestros y a los amigos la enfermedad. También os incluyo a vosotros y vosotras, los del Facebook. Cada día que pasa y estamos en contacto parece que nos conocemos más. La proximidad que nos da el mundo virtual para mi es una realidad. Es falso que lo virtual, soportado por nosotros, no existe. Las distancias desaparecen y nos juntamos, a charlar, en el tiempo. Más al caer la tarde y al anochecer. Tiempo siempre más propicio para las confidencias. Para hablar suavemente al oído. 

Uno de vosotros, buen amigo de otro tiempo, antes de nuestra diáspora, me decía ayer que en este diario le hago evocar vivencias pasadas. Es lógico. Estos días, a ratos vienen a mi recuerdos de mi vida. Y desfilan por él diversos personajes. Y aparecen rincones que me vieron vivir momentos bellos. Acontecimientos pequeños que te van dejando huella. Y te marcan. Que estaban apagados o escondidos allá en el fondo del baúl de tus vivencias. Y los encuentras. Y los sacas a la luz. Y sonríes pensando en ellos. La vida nuestra se va componiendo de todas esas cosas y forman el tapiz que ahora somos. El que mostramos al exterior. A los demás. Entre tanto, energía positiva. Paciencia y sacrificio. Porque, sin duda, mi sueño de hoy en la terraza se hará realidad. Si...y besaré las aguas del mar. ¡Las besaré!

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