sábado, 21 de marzo de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS...

DÍA NOVENO


Está nublado como ayer. El mar no se que vestido llevará hoy. Llevo nueve días de encierro y sin verlo. Y eso si que me cuesta porque soy un eterno enamorado de la mar. He salido a la terraza un momento para ver si la brisa, bañando mi rostro, me traía mensajes suyos, marinos. Pero la brisa, en mínimos, hoy no ayuda a eso. También me he acordado de mi casa de Ribadeo. Hace tiempo ya que no la visito. ¿Cómo estarán las plantas y el patio? ¿Cómo será allí el silencio de estos días? ¿habrá aguantado otro invierno la chimenea en el tejado? Esto último es un recuerdo de mi madre, cuya preocupación era siempre si los temporales le habrían derribado la vieja chimenea del edificio. La que lleva intacta desde que se construyó en los cincuenta y ha soportado ya lo que no está escrito.Y era una broma que yo le gastaba cuando la llamaba por teléfono a Alicante, en sus largas invernadas allí. Siguen cayendo hojas del calendario. Y espero ansioso que se cumplan ya los quince o veinte días de encierro, los transcurridos desde la última vez que salí a la calle y tuve gente alrededor. En ese instante algo habremos avanzado, aunque deberé esperar otros quince más. Después ya se verá. Les digo a mis hijos, en la separación forzosa que tenemos, que estamos tranquilos y organizados en casa y no nos falta nada por ahora. Mientras haya posibilidad de contagio en el exterior, no nos importa invernar como los osos lo que haga falta. Minimizamos los riesgos. Y a nuestras edades eso es lo fundamental. Seguimos la misa, a diario, por Trece TV o por internet, desde el Santuario de Torreciudad (en Huesca). Y recordamos a la vez nuestros viajes por esas tierras del Alto Aragón y Pirineos. Del asunto penoso del Covid-19 me está molestando profundamente la politización que ya está sufriendo. No quiero entrar en las distintas opciones políticas que están tocando el tema estos días. Allá cada cual con las suyas. Pero se está dando mal ejemplo con las cuarentenas de algunos políticos. O las guardamos todos o no las guarda nadie. Y el rifirrafe estúpido de las mascarillas y el material sanitario. Dejémonos de son tuyas, son mías... son del Estado y las confiscamos y entréguense, con urgencia supersónica a todos los hospitales y centros sanitarios, a las farmacias, a quien las necesita ya. Y a espabilarse todos con los plazos que no está el horno para bollos. Y a Hacienda le deberían de caer unas cuantas collejas por su insensibilidad con los plazos de las declaraciones fiscales que están a la vuelta de la esquina. O sea el primero de abril. ¡Qué estamos en una terrible pandemia, señores! 

Bueno, espero que sigáis todos bien y con el ánimo alto. Como decía ayer un amigo mio, "y con moral de victoria" Pues eso, con esa moral, seguimos en la brecha aquí, en Facebook, una tarde y una noche más. Un saludo (con inclinación de cabeza, no con las manos). Ciao...

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