viernes, 3 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 22º

La tragedia del Titanic se ha vuelto a repetir. Pero a lo bestia. Me explico. El Titanic navegaba plácidamente, entre la felicidad de sus pasajeros. Camarotes lujosos, comidas en los salones, música, bailes, horas doradas en la cubierta… Hasta que de pronto, aquel inesperado iceberg terminó de golpe con todo. En cuestión de minutos, quienes no murieron, se vieron en medio del mar. De una u otra forma. Y el mundo, todos nosotros con nuestras vidas a cuestas, navegábamos tranquilos, metidos en nuestras cosas, con nuestros modos de vida en busca permanente del bienestar y el vivir lo mejor posible. Hasta que igualmente, de forma tan súbita como imprevista, apareció en nuestro horizonte un iceberg gigantesco. Era el Covid-19. Y en pocos días nos hizo una vía de agua irreparable. Y en poco más nos hundió el buque. Y todos hemos acabado en nuevos mares. En el del confinamiento total en nuestras casas. El paralelismo con el Titanic, a escala mundial, es total. La pregunta ahora es ya ¿cuál será nuestro modo de vida cuando volvamos a pisar tierra firme? A estas alturas de la película pocos creerán que vamos a regresar a la casilla de salida, al momento en que todo esto comenzó. Sinceramente creo que no va a ser así. Y no solo porque pasaremos a ser más cuidadosos y más medrosos de cara a nuevas enfermedades y contagios, valorando mucho más la sanidad que otras cuestiones en que estábamos enfrascados hace un mes. Será la economía a gran escala y, sobre todo, al nivel de nuestros bolsillos. De un lado, para reconstruir un país no hay otra receta que trabajar más y ganar menos. De otra, porque tendremos que medir mucho más el destino de cada uno de nuestros euros. Y eso arrastrará nuestro consumo, nuestro ahorro, nuestro coste del tiempo de ocio y mucho más. Eso sí, estoy seguro de que vamos a valorar y cuidar mucho más la familia y los amigos. El entorno social. Con mirada mucho más transparente y más abierta. Con más sinceridad y solidaridad.
Hoy es el Viernes de Dolores, un día que en otro tiempo se vivía con más intensidad en casa. No en vano era el santo de mi madre. En mis años de infancia eso suponía que el día traería torrijas, buñuelos, roscos de anís o tortas de nata hechas por mi madre. Dulces sencillos que con una taza de chocolate sabían a gloria. Hoy, como ya puse en otro post, la recuerdo más lógicamente. Estamos ya entrando en la Semana Santa. Qué extraño se hace, ¿verdad? este año. Hemos pasado por el mes primaveral de marzo sin catarlo. Nos adentramos en esa Semana Santa sin horizontes materiales. Me refiero a viajes, excursiones, días en nuestra casita de verano. Este año la vivencia religiosa la llevaremos de otro modo. En la distancia. Delante de un televisor o de internet para seguir oficios religiosos y ceremonias de la Pasión y Resurrección de Jesús de Nazaret. Hay ya bastantes anuncios de todo esto. Se nos va a hacer extraño a todos. Pero como solemos decir coloquialmente, es lo que hay y es lo que toca.

Agradezco vuestros comentarios y “me gusta” que hacéis de las páginas de este sencillo diario. Aspiro a unos instantes de distracción, mientras los leéis si tenéis paciencia para hacerlo. Y si puedo aportar algo a vuestra fortaleza y resistencia ante el confinamiento, me alegro por ello. Creo es importante el no vernos solos en medio del mar, después del hundimiento de nuestro Titanic. Observar la proximidad y cercanía de otros que están como vosotros, amigos y amigas. No estamos solos. Y al asomarnos a esta ventana de Facebook lo podemos comprobar al encontrarnos unos a otros. Una noche más cantaremos, cantaré esa preciosa canción en estos tiempos…¡resistiré! Y la vamos a hacer realidad.
P.D. Este post y todos los anteriores de este diario los podéis leer en mi blog, pinchando en este enlace https://manueldiazaledo.blogspot.com/

No hay comentarios:

Publicar un comentario