DIARIO DE ESTOS DÍAS…
Día 26º
De acuerdo. Ante los numerosos comentarios de ayer a mi post del diario día 25, sucumbo y os hago caso. Agradezco los ánimos recibidos. Sois buena gente. Vamos allá. La noticia grande del día es que hace un par de horas, mi nieta más pequeña, volvió a su casa con sus dos añitos a cuestas y nueve días de hospital. Esperemos se consolide su mejoría. Hoy el sol quiso animar la mañana, pero casi no pudo salir, tapado por nubecillas envidiosas. Pero me permitió media horita de hamaca. Y lo mejor es que me llegó un inconfundible olor a mar. A veces sucede por aquí, cuando las olas de fondo remueven y arrancan las algas. Lo saboreé con unas inspiraciones profundas. Pensé entonces en ese olor, verdadera fragancia, que despide el mar en la playa del Cargadero y de Rocas Blancas en Ribadeo, cuando las algas son removidas y se acercan a la orilla. Cerré los ojos. Y en ese momento me vino una anécdota -una vivencia más de las muchas que hay en mi mochila- de hace años. Fue navegando en nuestra embarcación con mi padre y mis dos hijos mayores, niños entonces. Al llegar a la denominada Playa Verde, entre la de Fontenla y la Punta Cabada, atracamos. Como la marea estaba muy baja, quedamos algo distantes de la orilla para desembarcar. Así que me puse las botas altas de goma, me coloqué en la proa, cogí aire -del más puro olor a algas- y salté como un trapecista. Por el aire. Verdadera exhibición. Menos mal que estaba desierto aquel paraje. Caí a la arena y... me hundí hasta más arriba de la rodilla. Inmovilizado total. Intenté sacar las piernas del fango con todas mis fuerzas. Pero nada, atrapado. Mi padre, inquieto, preguntaba que c... hacía allí tirado. En aquel fuerte apuro, hundido y varado por completo, al fin logré sacar los pies y dejar las botas enterradas. Puse piedras, bajaron los demás y con mucho esfuerzo, con fango por todo el cuerpo hasta los ojos, rescaté mis botas. Olor a algas... si... olor a algas el de aquel día.
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