DIARIO DE ESTOS DÍAS…
Día 27º
Esto de la tolerancia cero con el riesgo de contagio, que llevo a rajatabla, tiene sus cosas. Hoy se acercó hasta nuestra puerta del piso para traer algunas cosas uno de mis hijos. Más tarde lo hizo mi cuñada. En ambos casos les dije tajante, señalando con la mano desde mi puerta, "a dos o tres metros...ahí" Los pobres lo cumplieron así. Lo entienden. Pero me quedé, luego, pensando. Así se pierde toda intimidad. El ser humano necesita proximidad para tenerla. Parece que hablo con el portero, el frutero o el cobrador del frac. A qué hemos llegado. Pero la realidad es que este virus, traidor y cobarde, que no da la cara y ataca por detrás, no es cualquier cosa. Y claro no todo el mundo lo entiende. Me sorprende estos días la enorme inventiva de algunas personas (o bastantes) para salir de su encierro e ir a la calle a pasear, a correr o a respirar aire puro. Es curioso, no piensan en el contagio o no creen en él. Solo temen la multa que les pueden poner. La pìcaresca es variada, No olvidemos que somos españoles, maestros en ella. Leo que hay personas que salen veinte veces para comprar cosas del super que podrían llevar en un solo viaje. Y van a comercios distintos cada vez. Aquí compro la harina, luego allí el aceite y así se recorren toda la ciudad. Otros se disfrazan, no se para qué, pero parece que hacen gracia y cuela. Todo esto me recuerda un chiste que hace años escuché en boca de un buen amigo. Era en aquellas cenas divertidas e inolvidables de un grupo de amigos al terminar de impartir nuestras sesiones de orientación familiar a matrimonios. La risa andaba suelta y desbocada.
Esto eran dos ingleses, empresarios de la City londinense, que fueron a bañarse al Támesis. Lo hicieron desnudos y cuando tomaban el sol, un barco repleto de gente pasó por allí. Se formó el revuelo consiguiente, risas, fotos. Los dos hombres se levantaron de un salto y se taparon con sus respectivas toallas. Uno se la puso a la cintura y el otro en la cabeza. Cuando el barco se alejó, uno de ellos le dijo al otro. "Oye, tu porque te tapas la cara y no pones la toalla a la cintura como todos". El otro inglés, impasible, le contestó "A no se tu... pero a mi todo el mundo me conoce por la cara". Os acabo de colocar un chiste, un retazo de humor. Contado en persona sería otra cosa, con más gracia. Pero ahora es lo que hay. Perdón por mi indiscreción. Ya se que en estos tiempos el humor está mal visto.
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