miércoles, 8 de abril de 2020

DIARIO DE ESTOS DÍAS…

Día 27º

Esto de la tolerancia cero con el riesgo de contagio, que llevo a rajatabla, tiene sus cosas. Hoy se acercó hasta nuestra puerta del piso para traer algunas cosas uno de mis hijos. Más tarde lo hizo mi cuñada. En ambos casos les dije tajante, señalando con la mano desde mi puerta, "a dos o tres metros...ahí" Los pobres lo cumplieron así. Lo entienden. Pero me quedé, luego, pensando. Así se pierde toda intimidad. El ser humano necesita proximidad para tenerla. Parece que hablo con el portero, el frutero o el cobrador del frac. A qué hemos llegado. Pero la realidad es que este virus, traidor y cobarde, que no da la cara y ataca por detrás, no es cualquier cosa. Y claro no todo el mundo lo entiende. Me sorprende estos días la enorme inventiva de algunas personas (o bastantes) para salir de su encierro e ir a la calle a pasear, a correr o a respirar aire puro. Es curioso, no piensan en el contagio o no creen en él. Solo temen la multa que les pueden poner. La pìcaresca es variada, No olvidemos que somos españoles, maestros en ella. Leo que hay personas que salen veinte veces para comprar cosas del super que podrían llevar en un solo viaje. Y van a comercios distintos cada vez. Aquí compro la harina, luego allí el aceite y así se recorren toda la ciudad. Otros se disfrazan, no se para qué, pero parece que hacen gracia y cuela. Todo esto me recuerda un chiste que hace años escuché en boca de un buen amigo. Era en aquellas cenas divertidas e inolvidables de un grupo de amigos al terminar de impartir nuestras sesiones de orientación familiar a matrimonios. La risa andaba suelta y desbocada.

Esto eran dos ingleses, empresarios de la City londinense, que fueron a bañarse al Támesis. Lo hicieron desnudos y cuando tomaban el sol, un barco repleto de gente pasó por allí. Se formó el revuelo consiguiente, risas, fotos. Los dos hombres se levantaron de un salto y se taparon con sus respectivas toallas. Uno se la puso a la cintura y el otro en la cabeza. Cuando el barco se alejó, uno de ellos le dijo al otro. "Oye, tu porque te tapas la cara y no pones la toalla a la cintura como todos". El otro inglés, impasible, le contestó "A no se tu... pero a mi todo el mundo me conoce por la cara". Os acabo de colocar un chiste, un retazo de humor. Contado en persona sería otra cosa, con más gracia. Pero ahora es lo que hay. Perdón por mi indiscreción. Ya se que en estos tiempos el humor está mal visto.

Hoy es miércoles santo. Mi mente me traslada a tantos otros días tal cual como este. Pero en libertad. Muchos en Ribadeo pasando la Semana Santa. Con el programa de cultos en la mano y empezando a encontrarme con viejos amigos. Y reviviendo tiempos de infancia. Otros en la Coruña, acudiendo a Salesianos, San Jorge o Santa Lucía. Y sobre todo a aquel de hace 27 años en que, en la madrugada del 8 de abril, Jueves Santo, falleció mi padre. El mismo calendario que este año. Siempre hay recuerdos para todo. La vida es un enrejado de alegrías y tristezas que se va entretejiendo con nuestras propias existencias. Pero me he puesto serio y no toca. Estamos en tiempos de paciente esperanza en el regreso. El regreso a nuestras vidas, las que han quedado paralizadas hace ahora 27 días. Como la paloma anunció a Noé, en su célebre arca, que la tierra ya estaba libre, así espero que nos anuncie pronto que nuestra tierra también está ya libre. Pero del coronavirus. Hasta luego amigos y amigas. Seguimos por aquí, en este pequeño patio de vecindad que es Facebook. Se comenta todo.¿Resistiremos?.... ¡Pues claro que sí!

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