DIARIO DE ESTOS DÍAS…
Día 28º
Y ya estamos en Jueves Santo. Seguimos confinados y lo que nos queda. El día de hoy inunda mi mente, hasta desbordarse, de recuerdos, de flash de imágenes, de momentos y lugares. Es un día señalado. Lo es más aun desde que mi padre falleció en este día a mil kilómetros de donde yo me encontraba. Esos recuerdos los separo en dos partes. Hasta los 22-25 años son ribadenses. Desde ahí hasta hoy, más variadosy en diversas poblaciones. Los primeros son de participación activa, los posteriores ya como espectador de algunas procesiones de aquí y de allá. Pero de vivirlas más en profundidad, con mayor espiritualidad. Lo importante no es estar contemplando el paso de una procesión, que está muy bien, si no vivir más de cerca la Pasión de Nuestro Señor Jesucristo. Pero en cuanto a recuerdos y vivencias, la etapa de Ribadeo me trae ahora muchas puntuales. El Jueves Santo nos vestíamos bien, lo mejor posible. Íbamos a la Parroquia a los Oficios y a continuación salía, si no recuerdo mal, la procesión de los Pasos. Recorría muchas calles del pueblo e íbamos todos en ella. Unos en filas a los lados, otros detrás de la Banda que cerraba la comitiva. Cuando fuimos creciendo, nos situábamos en diversos puntos del trayecto para ver su paso. Avanzando de unos a otros. Antes, al salir de los Oficios, que eran muy largos entonces, como teníamos hambre por aquello del ayuno eucarístico, nos lanzábamos hacia la churrería que había junto a la Iglesia. Y con aquellos buenísimos churros, en un cucurucho de papel de estraza, dábamos unas pasada por el Campo y las Cuatro Calles en espera de la Procesión. Vidilla social, llamémosle. Eso hacía todo la gente, grandes y pequeños, mozos y mozas. Ese día, creo no había más. Era el Viernes Santo el día grande con las procesiones del Encuentro, la del Santo Entierro y la de la Soledad. Todo ello, para los niños constituía, aparte de lo religioso, unos días emocionantes y entretenidos que vivíamos juntos. Y ya de jóvenes, ese carácter grupal se galvanizaba en ese ir y venir al hilo de las procesiones y los paseos por las calles del pueblo. En ese tiempo, los bares, las cafeterías y los cines permanecían cerrados hasta el domingo de Ramos.
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